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LA REPRESENTACION de David Olguín.


Trasposición de la realidad y lo imaginario.
Texto y fotos: Salvador Perches Galván.

Arribando al quinto piso cronológico, David Olguín celebra con la reposición de su obra La lengua de los muertos. Sus últimos textos y puestas en escena han sido: Casanova o la fugacidad, La lengua de los muertos, Los insensatos y Los asesinos. Ha publicado el ensayo Sábato: ida y vuelta, las obras La representación, La puerta del fondo, Dolores o la felicidad, Belice, Clipperton y Casanova o la humillación, entre otros textos teatrales, y los libros de narrativa Amarillo fúnebre y Los habladores. Escribió el libreto de Despertar al sueño, ópera de Federico Ibarra. Además de dirigir la mayoría de sus propios textos, ha montado obras de dramaturgos como García Lorca, Dea Löher, Ibargüengoitia, Tovar, Tremblay y Maribel Carrasco. Es editor de Ediciones El Milagro y miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte. Su obra se ha traducido, publicado y puesto en escena en otros idiomas. Es tutor de la Fundación para las letras mexicanas en el área de dramaturgia desde 2005. En 2007, su obra Siberia recibió el X Premio Internacional de Teatro de Autor Domingo Pérez Minik. En 2010 recibió el Premio Juan Ruiz de Alarcón. Recientemente estrenó Tío Vania de Antón Chéjov y Los conjurados, con alumnos del Centro Universitario de Teatro.

La representación, primera obra de Olguín, nunca ha sido dirigida por él, como ocurre con sus otros textos, se estrenó en 1984 bajo la dirección de Rodrigo Johnson.



La Representación ha tenido, luego de aquel estreno, varias puestas en escena, recientemente dirigida por Gustavo Luviano, con Eduardo Camacho, Astrid Jacobson y Georggette Gives, o la versión de la compañía Las hijas de María, presentada en la muestra de este año de los estados en el Milagro, dirigida por el chileno Javier Díaz; también actuada por él, Rocío Tisnado y Mariela Mexía, alumnas del segundo año del Taller de Teatro del Centro Municipal de Artes de Sinaloa, montaje que tuvo representaciones en el viejo continente.

Gerardo Samaniego debutó como director con este mismo texto, en un afortunado montaje en La Gruta del Centro Cultural Helénico, con Juan Carlos Vives, Natalia Traven y Anilú Pardo. 
La puesta en escena narra la historia de Ricardo Freire, escritor frustrado, aferrado por su necesidad de querer llevar lo que no existe a la realidad, que trabaja sobre el texto de su obra La representación, la cual retrata la tormentosa relación existente entre él y su esposa Ana. De modo que busca a una actriz, Ana Fuentes, para que represente el papel de su esposa. Cada escena que escribe se representa en el departamento de Freire, así que la historia de La representación avanza a la par de la historia real. Con Freire vive su sirvienta sordomuda que lo atiende y sirve en todo. Manipulada por Freire, también adopta el papel de la esposa, pero solo en la actividad doméstica, fuera de La representación. 



Los papeles se invierten hasta que la ficción se vuelve realidad y la realidad ficción en un abismo dinámico, perturbador y perverso.

¨…cada persona tiene su verdad.”, afirma Ricardo Freire
Freire, Ana Fuentes y La Sirvienta, urden un juego de poder que los lleva hasta las más recónditas experiencias.

Este texto es retomado por la compañía 5 Teatro bajo la dirección de Octavio Michel, quienes presentan un interesante y efectivo montaje, que logra introducirnos en la fantasía de un hombre frustrado, acorralado por su necedad de interponer lo inexistente en la realidad, conduciendonos a un viaje de retorcimiento mental.


En La representación, Olguín echa mano de las apariencias para hablar de la codependencia y la soledad, pero también del teatro dentro del teatro, de la sublime línea que se borra entre lo real y lo ficticio. Personajes que re-presentan continuamente sus hábitos de violencia y autodestrucción y terminan diluyéndose en sus propias obsesiones; él transitando de la frustración a la locura y la dislocación de la realidad, ellas consumidas por ese proceso destructivo. Es una obra que presenta el lado oscuro del ser humano.


Para este texto lo más importante es el juego de reflejos y de sombras. Para Michel el reto en este montaje está en sus características tan particulares: el suspenso, el juego de superposiciones entre la representación y la realidad, ambas, de la ficción de la obra, permiten generar una atmósfera cuasi onírica para poder llegar, junto con el trabajo de los actores, a crear los mundos lúdicos a que invita el texto.

Las interpretaciones de Alfredo Herrera, Karina Díaz y Denise Castillo son precisas y efectivas, un excelente trabajo que se apoya en el eficaz concepto escenográfico.
En La representación la violencia física y la violencia psicológica van de la mano hasta el sórdido final provocado por un hombre que insiste en jugar su propio juego que mantiene al público en inquietante suspenso de principio a fin.



Las confusiones acerca de la actriz Ana, esposa de Ricardo Freire, y de una empleada doméstica sordomuda, dan pie a todo tipo de elucubraciones dentro del cruel juego del gato y el ratón que parece divertir al protagonista con las mujeres a sus órdenes. La violencia física y la violencia sicológica se imbrincan hasta el sórdido final.



La representación aborda a través de tres personajes las complejidades que provoca en la vida de los seres humanos, sus obsesiones, miedos y fantasmas. Esta propuesta presenta en tono de drama, con algunos momentos de ácida ironía, conflictos que llevan a sus tres personajes a perder la capacidad de diferenciar entre lo real y lo imaginario.

Estos seres representan una y otra vez papeles que constantemente cambian de dirección y sentido, para establecer cuestionamientos acerca de lo que se quiere ser, pero que se queda sólo en una mera pretensión.


La obsesión, la codependencia y la soledad son los elementos que nutren de manera individual y colectiva su conducta, pero también la manera en que la propia obra hace que el espectador entre en su mundo para conocerlo, sentir empatía u odiarlos.

Cuando aparece en escena la trasposición de la realidad y lo imaginario, la obra adquiere un tono de suspenso, creado por el ambiente onírico. De esta manera, los personajes se van convirtiendo en fantasmas, que representan los tormentos que desde el pasado afectan al escritor.



En la fascinación por lo sórdido es que gira La representación de David Olguín, texto que, a más de 20 años de su creación, sigue siendo vigente desde la óptica de explorar los demonios interiores que habitan al ser humano y lo llevan a realizar una serie de actos irracionales que pueden rayar en lo morboso y en la autodestrucción, llegando incluso a caer en estados intermitentes de un desquiciamiento enfermizo y obsesivo. 

La Representación es una obra intimista de David Olguín que permite al espectador introducirse al mundo de un hombre frustrado, a su imaginación dañada, donde antepone lo inexistente a la realidad.


El teatro es de todos. ¡Asista!

Muy recomendable. 

La representación, de David Olguín
Dirección: Octavio Michel.
Actuación: Alfredo Herrera, Karina Díaz y Denise Castillo.
Foro La Gruta, del Centro Cultural Helénico. Avenida Revolución 1500 Col. Guadalupe Inn.
Metro Barranca del muerto
Viernes 20:30 horas. Hasta el 10 de mayo 
Entrada general $180. Descuento del 30% para estudiantes, maestros e INAPAM. Adolescentes y adultos.  

Comentarios

  1. Yo la vi y la verdad deja que desear la actuación del escritor que esta tieso todo el tiempo y la de su sirvienta que se siente la ultima cocacola del desierto. La chava que hace de la secretaria si actua bastante bien.

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