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LOS NIÑOS SACRIFICADOS, de Francois Thyron


Me pidió exorcizar esta tragedia a través del teatro.
Texto y fotos: Salvador Perches Galván.

En el tiempo en el que se consume un cerillo, 
un niño está siendo maltratado en el mundo”.
Francois Tyrion

Un niño maltratado es aquel que es víctima, de parte de sus padres, otros adultos de la familia o cuidadores, de violencia física, psicológica, negligencia (ausencia injustificada de cuidados) o abuso sexual, que puede tener consecuencias graves en su salud y en su desarrollo físico y psicológico. 

Se define el abuso sexual como: "La implicación de un niño o un adolescente en actividades sexuales ejercidas por los adultos y que buscan principalmente su satisfacción, siendo los menores de edad inmaduros y dependientes y por tanto incapaces de comprender el sentido radical de estas actividades ni por tanto de dar su consentimiento real. Estas actividades son inapropiadas a su edad y a su nivel de desarrollo psicosexual y son impuestas bajo presión, por la violencia o la seducción, y transgreden tabúes sociales en lo que concierne a los roles familiares".



Lo que facilita la existencia del abuso de menores es el silencio que logra imponer el abusador sobre su víctima, sumado al hecho de que la mayoría no deja rastros físicos, esto propicia condiciones ideales para que la situación se mantenga oculta y perdure por años. Todo abuso sexual, aunque sea sin violencia física, es forma de maltrato psicológico, que tiene alta probabilidad de producir daños irreversibles en el desarrollo y salud mental del niño/a, los que pueden expresarse en edades posteriores y ser de difícil tratamiento. 

Entre 1983 y 1991, de 979 casos de maltrato infantil diagnosticados en el Servicio de Urgencia de un hospital capitalino, el 30% correspondió a abuso sexual. Se estima que entre un 75 y un 80% de los casos de violencia sexual no llegan a ser denunciados. Lo positivo es que este silencio ya comenzó a romperse, puesto que los abusos de menores de 0 a 6 años que fueron denunciados aumentaron de un 4% a un 17,7% del total de casos de atentados sexuales. No es que el problema haya crecido, sino que se está denunciando más.



Un factor de riesgo es la existencia de agresión entre los padres, puesto que un 40 % de los niños y niñas que ha sufrido abuso sexual tienen padres que pelean hasta golpearse. Este dato deja en evidencia que la violencia intrafamiliar transforma a los niños y niñas en posibles víctimas de abuso sexual. También el nivel socioeconómico tiene una incidencia relevante, puesto que un 10,8 % de los niños y niñas de nivel socioeconómico bajo declaran haber sufrido abuso sexual, mientras que esta cifra llega a un 5,9 % en el nivel socioeconómico alto.

Identificar los factores de riesgo puede ser un primer paso para tomar medidas que permitan proteger a los niños y niñas de los abusos sexuales. Escucharlos a tiempo y creerles cuando se atreven a contar que han sido vulnerados sexualmente. 

Tal como lo hizo la dramaturga gala Françoise Thyrion quien escribió Los niños sacrificados basada en hechos reales acaecidos en Francia, dedicando su obra a Vanessa, la chica de carne y hueso que es el resorte que acciona todo el drama de la obra y pasa de víctima a victimaria. “Ella me pidió hacerlo y trabajamos junto con su abogada. Me pidió exorcizar esta tragedia a través del teatro, y creo que ella está saliendo adelante gracias al teatro”.



La trama narra la historia de dos hermanos, quienes por largo tiempo fueron objeto de abusos por parte de su padrastro y que años después se encuentran envueltos en su asesinato. La terrible historia, inspirada en el caso real de Vanesa y su familia, permaneció velada durante muchos años.

Una adolescente mató a su padrastro, llevó a cabo el asesinato de forma cruel y despiadada; la policía encontró el cuerpo de la víctima, pero no sus ojos. La historia plantea una especie de” justa” venganza: el hombre abusó de ella cuando era niña, la violaba sistemáticamente y enseñó a su hermano a hacer lo mismo. Todo esto bajo la mirada cómplice, asustadiza y silenciosa de su madre.

La noticia publicada en un periódico atrae la atención de una mujer, especie de narradora, que explica lo que el texto no pone en la boca de los personajes, y sirve como enlace entre el espectador y los protagonistas del drama. La mujer, atraída por su fuerte conexión con la madre, decide emprender un recorrido por los hechos, para entender por qué la madre cerró los ojos, por qué los hijos actuaron como actuaron antes, durante y después del juicio.

La mujer intenta unir las piezas, pero para hacerlo tendrá que entrar en las vidas de la madre, la hermana y el hermano y, por lo tanto, en los horrores de su existencia.



Aleyda Gallardo interpreta a la mujer que recuerda a su mejor amiga de la pubertad. Les decían las gemelas porque estaban siempre juntas. Compartían todos los gustos e ilusiones. La vida las separó y 25 años después, la amiga encuentra en la nota roja el nombre de la joven con quien compartió toda una etapa importantísima de su vida. El diario reporta el violento asesinato de la pareja de aquella (Bricia Orozco), padrastro de sus dos hijos Tania Mayrén y Guillermo Villegas). Con el paso de los días, el seguimiento del caso le revela un terrible drama familiar que intenta comprender para ayudar a su amiga.

Teatro documental, la obra narra en un espacio atemporal los terribles acontecimientos que marcan y definen las circunstancias de vida de los protagonistas y conduce al espectador por un interrogatorio que arroja información sobre los personajes, su interacción familiar y la versión que cada uno tiene sobre los sórdidos hechos.

Licenciada en Literatura Dramática y Teatro por la UNAM, Gabriel Lozano dirige con finura, con delicadeza el texto de la francesa Thyron, espléndidamente traducido y adoptado por Boris Schoemann y Humberto Pérez, con apenas apuntes, esbozos de los terribles actos, creando un perfecto equilibrio con la brutalidad de la trama con elegancia en el montaje, ya que una puesta realista sería un espectáculo muy difícil de digerir. 

Entre los maestros de la directora se encuentran Héctor Mendoza, José Luis Ibáñez, Germán Castillo, Rodolfo Valencia e Iona Weissberg, entre otros. Trabaja desde 1997, como asistente de dirección, colaborando con varios directores como Alberto Lomnitz, Emmanuel Márquez, Mauricio García Lozano, Aziz Gual, David Psalmon, Juliana Faesler, Carlos Pascual, Sabina Berman, Alejandro Ainslie, Antonio Serrano e Iona Weissberg, entre otros.

Lozano ha dirigido las puestas en escena: Quetzalcóatl Puddle, de Irela de Villers; El Anticristo, de Mario Cantú Toscano, apoyada por Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, y Las noches más largas, de Jorge Díaz, obra que también adaptó.

La directora asegura que la violencia es como una infección, que entra de poquito en poquito y va creciendo, se va volviendo un cáncer y cuando es notoria, es algo gigante que no se puede ocultar ni tapar con un dedo. El montaje retorna a la cartelera todos los martes a las 20:30 horas en la sala CCB del Centro Cultural del Bosque.

Para Lozano, llevar a escena este texto no fue consecuencia de una idea, sino de una necesidad: “Es una reflexión que todos necesitamos hacer de alguna manera. Esto es un buen pretexto para abrir el tema, para sentarnos a hablar después de ver la obra”.



En un espacio íntimo y con una escenografía sencilla, minimalista compuesta en su mayoría por sillas sirve de soporte para narraciones de juicios, regaños, susurros y amenazas que envuelven a todos los personajes. Los actores transitan por espacios fantásticos y recrean distintas atmósferas en una variación de espacio-tiempo, que los lleva a representar momentos del pasado, el presente y el futuro de los personajes, quienes pasan de una conversación en el reclusorio a una plática de amigas interrumpida por los soliloquios de una mujer frustrada. En el texto de Thyrion se interponen las escenas en las que hay interacción entre los personajes, en un tiempo no lineal, con las reflexiones individuales de cada uno, a través de monólogos introspectivos de los diferentes personajes.

La madre (Bricia Orozco) permitió que su pareja abusara de sus dos hijos y se mantuvo indiferente para no perderlo. ”Eres una pobre pendeja”, le repetía el hombre en todo momento, y ella acabo convencida de serlo. La madre intercambiaba el sexo de sus hijos por la compañía y dependencia a su amante.
Vivimos esta violencia de manera tan cotidiana que ya nos es familiar. El psicoanálisis brinda herramientas que permiten entender por qué las personas permiten ciertas cosas a cambio de mínimas recompensas.

La puesta en escena que cuenta con una excelente dirección y actuaciones, es una recomendación para acercarse a esta realidad que afecta a uno de los sectores más vulnerables de nuestra sociedad: la niñez.


El teatro es de todos. ¡Asista!

Absolutamente recomendable. 

Los niños sacrificados. De: Francois Thyron
Dirección: Gabriela Lozano
Actuación: Víctor Navarro, Aleyda Gallardo/Elza Jaime, Bricia Orozco, Tania Mayrén.
Sala CCB del Centro Cultural del Bosque. Reforma y Campo Marte S/N Atrás del Auditorio
Martes, 19:00 horas  hasta el 27 de agosto
Localidades $ 80.00
Descuento: estudiantes, maestros, INAPAM, tarjetas Maestros a la Cultura y Sépalo 50% de descuento. 
Trabajadores del INBA 75% de descuento




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